Recorremos Buenos Aires, tras las huellas de Julio Cortázar descubriendo su barrio, los escenarios de sus cuentos, la Plaza de Mayo, el Obelisco y la Galería Güemes.
Buenos Aires: tras la huella porteña de Cortázar
Hoy les proponemos acompañarnos en este recorrido, que forma parte del circuito “Tras los pasos de Julio Cortázar en Buenos Aires” de Coolturarte Experiencias Urbanas, para buscar esa mirada singular de la ciudad que Julio supo vivenciar en su juventud.
Una urbe que lo vio partir –para establecerse en París en 1951– pero sin embargo, también lo vio volver una decena de veces convirtiendo a sus calles en privilegiadas testigos del cariño que sus lectores le profesaron en cada esquina.
De esta manera, nos convertimos en cómplices de sus juegos y tratamos de encontrarlo:
- En los cafés del centro
- En las galerías de Florida
- En la Avenida de Mayo
- En las estaciones del subte de la línea A
- O simplemente jugando con algún gato en la vereda de su casa en el Barrio Rawson de Agronomía. ¿Empezamos?
Los conciertos en el Teatro Colón
En 1941 el director Arturo Toscanini ofreció una serie de celebrados concierto en el Teatro Colón de Buenos Aires.
Desde las butacas más económicas, el joven Julio Cortázar se sintió interpelado por la euforia que generó en el público la performance del director.
En una carta al crítico Antonio Planells confirmaría que esa visita había inspirado su cuento “Las ménades” del libro “Final del Juego” (1956).
“En la época en que yo iba casi diariamente a los conciertos en Buenos Aires (y de uno de ellos salió el cuento, escrito casi de inmediato) me impresionaba una extraña sensación de amenaza que me parecía advertir en el histérico entusiasmo del público", confesó el escritor.
¿Cómo fue el encuentro entre Cortázar y Borges?
En esta calle se localizaba la oficina de la revista “Los Anales de Buenos Aires” que dirigía Jorge Luis Borges. Durante un encuentro en París, Borges recordaba de este modo ese episodio.
“ Usted se acuerda de lo que nos pasó aquella tarde en la diagonal Norte?". "No", le dije yo. Entonces él me dijo: "Yo le llevé a usted un manuscrito.
- Usted me dijo que volviera al cabo de una semana, y que usted me diría lo que pensaba del manuscrito".
- "Yo dirigía entonces una revista, Los Anales de Buenos Aires y él me llevó un cuento: "Casa tomada"; al cabo de una semana volvió y me pidió mi opinión:
- Yo le dije: "En lugar de darle mi opinión, voy a decirle dos cosas: una, que el cuento está en la imprenta, y dentro de unos días tendremos las pruebas; y otra, que ya le he encargado las ilustraciones a mi hermana Norah".
¿Qué ver en la Plaza de Mayo?
Plaza de Mayo es protagonista y testigo de varios textos cortazarianos y aunque se trate del mismo lugar, en cada uno de ellos se advierte una atmósfera distinta.
- Una de sus primeras novelas, “El Exámen”, publicada póstumamente, fue escrita durante la década del 40. En el relato, los personajes deambulan por Buenos Aires en la víspera de un examen.
- El escenario es una ciudad caótica que se cae a pedazos donde varias postales urbanas de lugares emblemáticos como:
- El Teatro Colón
- El barrio de Once,
- El Puerto de Buenos Aires
- La avenida Corrientes
- La Plaza de Mayo, donde la gente acude en masa a participar de cierto rito pagano que se desarrolla en varias carpas blancas dispuestas en el interior de la Plaza.
Sin embargo, el cuento “Después del almuerzo” (Final del Juego”, segunda edición 1964) ofrece una mirada diferente del mismo escenario: “A mí me gusta mucho la Plaza de Mayo, cuando me hablan del centro pienso en seguida en la Plaza de Mayo. Me gusta por las palomas, por la Casa de Gobierno y porque trae tantos recuerdos de historia...”.
"Por eso pensé que lo mejor era llevarlo a la Plaza de Mayo, lejos de los autos y los colectivos, y sentarnos un rato ahí hasta que fuera hora de ir volviendo a casa”...
¿Un pasaje entre Buenos Aires y París?
Una constante en la obra cortazariana es la aparición de ciertos espacios que él mismo calificó como “míticos”. De este modo, los puentes, el subterráneo y los pasajes o galerías conforman la trilogía fundacional de esos lugares donde el tiempo se suspende y cobra otra dimensión.
Basta con revisar “El otro cielo” del libro “Todos los fuegos, el fuego” (1966) para advertir de qué modo fantástico el protagonista ingresa en el pasaje de la Galería Güemes de Buenos Aires y sale en la Galería Vivienne de París.
El bar de Cortázar
En la intersección de Perú y Avenida de Mayo se encuentra la famosa confitería London City que, además de ser uno de los bares notables, lo frecuentaba el propio Cortázar, es escenario del comienzo de su segunda novela: “Los Premios” (1960).
“Era en el London de Perú y Avenida; eran las cinco y diez. ¿La marquesa salió a las cinco?
Actualmente la confitería resguarda una interesante colección de fotografías, además de memorabilia relacionada con la vida y la obra del autor.
Vale la pena sentarse en algunas de sus mesitas para ser testigo del pulso diario de la Avenida de Mayo.
¿Dónde vivió Julio Cortázar en Buenos Aires?
En las laberínticas calles de Agronomía se encuentra un pequeño oasis citadino: el Barrio Rawson, un complejo habitacional que fue construido durante la década de 1930.
En el 3246 de la calle Artigas vivió la familia Cortázar recién llegada de Banfield –donde María Emilia Descotte, junto a sus dos hijos María Ofelia y Julio Florencio se habían instalado apenas llegaron de Europa a comienzos de la década de 1920. (Rayuela3 PH Badanita)
Los viajes en tranvía desde y hacia el centro de la ciudad, las veredas del barrio, la casa y su biblioteca, así como las pandillas de gatos que custodian los jardines del Rawson son moneda corriente en cuentos, poemas y cartas que conforman la obra del escritor con cara de niño eterno que nació en Bélgica en 1914, vivió la mitad de su vida en París, escribió siempre en “argentino” y, sobre todo, nos devolvió las ganas de jugar y nos enseñó que para llegar de la Tierra al cielo sólo se necesita una piedrita y la punta de un zapato.
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