Buenos Aires, como cualquier metrópolis, tiene algunos rincones imperdibles. Se trata de espacios, experiencias, circuitos y atractivos verdaderamente únicos. En esta oportunidad, el recorrido nos llevó al barrio de Palermo, muy cerca del Jardín Botánico, donde en una casa de principios del siglo XX, el 26 de julio de 2002 se inauguró el Museo Evita.
Museo Evita: un recorrido por la historia
Se trata de una dependencia del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón (Inihep), así como el archivo, la biblioteca y el área de educación, entre otras, que difunden la vida, obra y pensamiento de una de las figuras políticas más relevantes del siglo pasado.
La visita es ideal para planear una tarde en familia ya que el desarrollo del guion es apto para que los niños puedan participar. Asimismo, la promesa de un alto en el paseo para merendar, almorzar o cenar en el excelente restaurante del museo, es un motivo extra que invita a regresar una y otra vez.
Para organizar el recorrido es útil tener presente que la exposición se desarrolla de manera circular en dos plantas. En la planta baja, el guion evoca el mito de Evita que da paso a una sala dedicada a recordar los homenajes que tuvieron lugar durante su funeral. Luego, se suceden las salas que reconstruyen parte de su vida: el debut como actriz en 1934, la llegada a Buenos Aires, su infancia y los orígenes de la familia Duarte.
Una imponente escalera conecta con la planta alta, en la que se abre un hall central que da paso a las salas 17 de Octubre, Voto Femenino, Constitución del 49 y Fundación.
El patio andaluz funciona como un espacio de encuentro y una pausa en el relato biográfico, ideal para admirar la arquitectura y repasar la historia de la casa.
“En la segunda década del siglo XX, la familia Carabassa, propietaria de la casa, le encomienda al arquitecto Estanislao Pirovano una exhaustiva remodelación, dotando al edificio de un estilo arquitectónico que combina elementos del neorrenacimiento italiano y español, además de anexarle el segundo piso y una torre.”
“En 1948, la fundación Eva Perón adquirió la propiedad para convertirla en el Hogar de Tránsito N°2, cuya misión era brindar asistencia a mujeres con o sin hijos, en situación vulnerable. Más tarde, durante la Revolución Libertadora, la mansión pasó a manos del estado y en 1999 fue asignada para albergar al Instituto Histórico.”
“Finalmente, el museo se inauguró al cumplirse 50 años del fallecimiento de Evita, el 26 de julio de 2002”, explicó Aldana Fernández Walker, representante del área de educación, guía e historiadora.
Es interesante resaltar que el recorrido está ilustrado con material museológico original, junto a audiovisuales de la época y gigantografías. El guion es revisado y actualizado constantemente otorgándole un carácter dinámico y un estricto rigor científico.
En la segunda planta, se disponen varias salas en las que se puede conocer más sobre el encuentro de Eva Duarte con el general Juan Domingo Perón, su rol como Primera Dama, la gira europea, el voto y la creación del Partido Peronista Femenino, así como su trabajo sobre varias políticas de Estado.
Este tramo del recorrido es especialmente emotivo: a medida que avanzamos vamos descubriendo sus vestidos y accesorios originales y en paralelo el relato gana en realismo, a tal punto que nos resulta natural imaginar su figura, al advertir la pequeña talla de sus zapatos.
En este punto vale recordar que Evita desarrolló la totalidad de su vida pública, su activa participación política y la ayuda social directa, entre los 26 y 32 años de edad, un dato no menor. Casi sin querer, llegamos a la sala dedicada a su histórico renunciamiento y a la enfermedad que la llevó hacia su final inesperado.
Este segmento, ambientado con luces tenues y su voz potente pero quebrada reproduciéndose por altoparlantes, por un momento nos convierte en testigos de un tramo fundamental de la historia argentina.
Más adelante, cuando escuchamos el anuncio que recuerda que “a las 20 25 horas, ha fallecido la señora Eva Perón, jefa espiritual de la Nación”, es imposible ser indiferente y la misión del museo se cumple con creces. Durante la hora y media que dura la visita guiada tuvimos la posibilidad de aprender, dialogar, poner en valor, apelar a la emoción sin perder el rigor histórico y generar el interés genuino por seguir descubriendo los diversos aspectos que constituyen nuestra identidad.
Al concluir la visita, previo paso por la tienda de recuerdos para adquirir el texto autobiográfico “la Razón de mi Vida”; la escena continúa en el restaurante del museo, donde damos paso a la consabida charla de café que abre el juego para planear la próxima aventura porteña.
Informes: www.museoevita.org.
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