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Mauricio: playas bucólicas, naturaleza y relax

Sus extensos kilómetros de playas de arena blanca, palmeras y aguas cristalinas, rodeadas casi en su totalidad por arrecifes de coral, conforman un paraíso terrenal para quienes desean unos días de descansando, así como realizar deportes acuáticos y conectarse con la naturaleza, siempre con servicios de primer nivel. 

En primer lugar es necesario ubicarse geográfica y políticamente: Mauricio, que oficialmente se denomina República de Mauricio, es un país soberano insular ubicado en el suroeste del océano Índico, a aproximadamente 900 km. de Madagascar. Su capital y localidad más poblada es Port Louis. Además de la isla Mauricio -que también forma parte de las islas Mascareñas, junto a la francesa Reunión-, el país incluye a las islas Cargados Carajos -también conocidas como Rocas de San Brandón-, Rodrigues y Agalega.

Mauricio es un destino de renombre en materia de sol y playa. No es económico, pero la belleza de sus paisajes, así como la calidad y servicio de sus hoteles, justifican el viaje. Sus extensos kilómetros de playas con arenas blancas y aguas cristalinas son perfectas para las actividades acuáticas, además de sus propuestas culturales, de naturaleza y aventura.

¿Qué visitar en isla Mauricio? A continuación, los imperdibles de cada rincón.

HACIA EL NORTE.

El norte de la isla es la zona más popular, ya que cuenta con la mayor extensión de playas, todas paradisíacas. En ese sentido, la joya es Grand Baie, localizada hacia el noroeste, en una resguardada bahía con forma de herradura y bañada por aguas esmeraldas.

Esta zona está dotada de numerosos hoteles y zonas comerciales, y se destaca por su agitada vida nocturna. Asimismo, es el sector de salida de las expediciones náuticas hacia las islas del norte y otras actividades acuáticas.

Las playas preferidas, tanto de los locales como de los visitantes, son Trou aux Biches, a la sombra de pinos australianos; Mont Choisy, que bordea desde Pointe aux Canonniers hasta Grand Baie; y la bellísima Pereybere.

Cabe destacar también a Cap Malheureux, un pueblo muy pintoresco y destacado por su iglesia de techo rojo, la comunidad de pescadores y las vistas de las islas del norte.

HACIA EL ESTE.

Uno de los litorales más bonitos de la isla es, sin dudas, la ventosa costa este que, además de playas soñadas, ostenta encantadores pueblitos. Cuenta con una gran cantidad de hoteles de lujo y su principal atractivo es la playa Belle Mare, de varios kilómetros de largo.

Asimismo, la Ile aux Cerfs es una visita obligada, ya que se considera el paraíso de los deportes acuáticos: tiene un animado embarcadero, playas de gran extensión y una granja de tortugas. Hay diversas maneras de acceder a la isla: en piragua, lancha, catamarán, barco con fondo transparente o barco pirata.

Por su parte, la pequeña bahía de Bras d'Eau, en la laguna de Poste Lafayette, se destaca por su playa con vistas al sur, desde donde pueden apreciarse increíbles amaneceres y atardeceres. Mientras que por la noche es el mejor lugar de Mauricio para observar la Vía Láctea.

En tanto, la playa pública de Roches Noires es ideal para pescar y respirar aire fresco.

Una mención aparte amerita la East Road, que serpentea la costa desde Grand River South East hasta Mahebourg, atravesando pueblos de campo y casas de pescadores, además de ofrecer impresionantes vistas de la cordillera de Grand Port y la laguna de agua turquesa que se extiende desde Trou d'Eau Douce hasta Blue Bay.

HACIA EL SUR.

Los paisajes más agrestes de la isla se encuentran en esta zona, donde pueden apreciarse playas rodeadas de acantilados, costas rocosas, campos de caña de azúcar y bellísimos cerros. Allí la carretera de Baie du Cap es una de las más lindas del mundo, ya que ostenta la afamada curva de herradura, favorita para las fotografías por sus impresionantes vistas de la costa sur.

Asimismo, una carretera recorre los acantilados esculpidos por el oleaje en Gris Gris hasta llegar al monolito rocoso Le Morne Brabant, donde hay playas desiertas, aldeas de pescadores y tentadores puestos de frutas.

También desde el Blue Bay Marine Park, en el sureste, es posible aventurarse en paseos en barco con fondo transparente. Y es común toparse con tortugas gigantes, iguanas y murciélagos frutícolas en el Parque Natural La Vanille.

En esta zona no hay muchas playas pero todas valen la pena, como la famosa Blue Bay, rodeada por un bosque de pinos australianos y considerada una de las más bonitas de la isla, con agua cristalina, arena fina y corales irisados. Es un paraíso para el buceo.

HACIA EL OESTE.

La costa oeste es la preferida de las familias con niños, ya que está resguardada de los vientos, por lo que cuenta con playas tranquilas y poco profundas (sobresalen las zonas de Flic-en-Flac y Wolmar). También cuenta con lagos para nadar, bucear, hacer submarinismo, esquí acuático, kayak, hidropedales y vela.

Para los surfistas son imperdibles la Tamarin Bay -también destacada por la posibilidad de nadar con los delfines- y el mundialmente famoso One Eye, en Le Morne, que también es un paraíso para los kitesurfistas. Mientras que el Rivière Noire se destaca para la pesca deportiva.

Para los amantes de la naturaleza, el Parque Nacional Black River Gorges es ideal para aprender sobre aves, incluida la cotorra de Mauricio. Y el Grand Bassin, conocido también como Ganga Talao, es un lago de origen volcánico rodeado por estatuas de dioses hindúes y templos.

Finalmente, en Chamarel sobresalen las magníficas Coloured Earths y la Ebony Forest Reserve.

HACIA LA ZONA CENTRAL.

En la meseta central se encuentra la capital de Mauricio: Port Louis, una vasta área urbana de aproximadamente 400 mil habitantes, caracterizada por su arquitectura colonial francesa. Cuenta con zona de compras y restaurantes, y también bosques, lagos y plantaciones.

Otras cuatro ciudades conforman el corazón de la isla: Rose Hill, cuya calle principal es ideal para las compras; Quatre Bornes, cosmopolita, con un afamado mercado y tiendas que bordean su calle principal; Vacoas, conocida por el Club de Golf Gymkhana, el campo más antiguo del hemisferio sur; y Curepipe, que alberga dos tesoros de la isla: el cráter de un volcán inactivo y el Jardín Botánico.

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